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  un poco de historia  
   
     
  La Xeremia tiene un sonido muy fuerte y penetrante, y no se pueden hacer notas flojas ni suaves, es propio de un instrumento hecho para sonar en la calle. En Mallorca, es sobre todo un instrumento popular, muy vinculado a la música que se hace en las fiestas de los pueblos y con un fuerte arraigo en la cultura mallorquina. En el resto de las islas del archipiélago balear no hay tradición de este instrumento.  
     
 

Su presencia está totalmente arraigada dentro de las fiestas y de ocio de toda de toda Mallorca, hasta el punto en que todos los mallorquines coincidimos en decir: "El sonido de la xeremía hace fiesta!", Relacionando el sonido de las xeremía con sentimientos positivos y de alegría. Hay pocos lugares donde la xeremía participe de ceremonias o procesiones tristes. En cambio los eventos solemnes y, sobre todo, a los alegres suele ser habitual. Curiosamente, se suele tener la impresión de que el xeremier es una persona animada y divertida, amigo de la juerga y la diversión, lo que no siempre es así.

 
     
   
   
 

La invención de este instrumento se pierde en la antigüedad de la historia. Hay grabados del antiguo Egipto donde se ven músicos tocando un instrumento muy semejante, pero en una forma un tanto rudimentaria. Los romanos ya empleaban un instrumento que se parecía a la actual xeremía llamado "Tibia utricularis", que era el instrumento de la infantería romana, el cual estaba formado por dos cañas o caramillos añadidas a una vejiga de animal, a la que se le insuflaba aire mediante un soplador. Parece que el antiguo emperador Nerón no sonaba una lira, sino un "utricularis". Este instrumento rudimentario fue evolucionando en el tiempo. En Europa no vuelve a haber referencias hasta el siglo IX.

 
     
 

Parece que la gaita con grall es una derivación de la antigua "chirimía" (una especie de dulzaina): un saco al que se le ha añadido una "chirimía". Ambos instrumentos convivieron durante muchos años sonando conjuntamente. No se sabe cuando se le añadió el saco y la trompa, algunos historiadores aseguran que fue en las regiones provenzales de Francia donde aparecieron por primera vez durante la alta Edad Media. Su extensión al resto del continente europeo, en las Islas Británicas y el Magreb (el norte de África), fue aparentemente muy rápida, propiciada por los juglares y los músicos occitanos. Aunque que, no hay acuerdo, entre los estudiosos del tema, sobre el momento en que las gaitas aparecieron en en el mundo celta de las culturas atlánticas. Algunas estatuillas encontradas en diferentes yacimientos arqueológicos de la época romana sugieren que fueron los romanos quienes introdujeron la cornamusa dentro estos pueblos. En Irlanda no hay ninguna referencia sobre la gaita hasta bien entrada la Edad Media.

 
     
 

Según las primeras noticias escritas sobre este instrumento en Mallorca, parece que llegó a la isla de la mano de Jaime I el Conquistador, aunque que, tampoco se descarta la posibilidad de que los musulmanes también utilizaran algún instrumento parecido a la gaita.

 
     
  El flabiol de la colla de xeremiers es de origen incierto. Parece ser que estos flautines para una sola mano aparecieron hacia el siglo XIII sólo en Europa y repentinamente. Gozó de gran popularidad y su aparición fue revolucionaria debido a que un solo ejecutante pudiera interpretar el ritmo y la melodía al mismo tiempo, con la mano izquierda una flauta y con la derecha la baqueta que percute en el tamboril, el cual, dependiendo del instrumento que lo acompaña, cuelga con una correa en bandolera en el caso de flautas largas (chiflo, Pito, Txistu, Silbo, Chirula ...) ya veces de la muñeca (flabiol ibicenco) o bien, como en el caso del flabiol mallorquín, entre el dedo índice y el pulgar  
     
 

Las xeremías mallorquinas a lo largo del tiempo no ha evolucionado mucho, aunque se parece mucho al "saco" que sonaba en las cortes medievales de los castillos mallorquines y catalanes.

 
     
   
     
 

Las Xeremies Mallorquinas o Xeremía es un instrumento que pertenece al grupo de viento-madera, de la familia de las Cornamusas y es el instrumento que da nombre a la colla de xeremiers (xeremier y flabioler).

 
     
 

La colla de xeremiers en Mallorca formaba parte del grupo de Ministrils, formación musical que pertenecía al Consell de Mallorca, hasta su desaparición a principios del siglo XX. Estaba compuesta por: Varias xeremías, trompa natural, sacabuche, bajón, bombarda, flautín y tamboril, y el sac de gemecs.

 
     
 

Los ministrils, también llamado ministrers, fue inicialmente sinónimo de juglar, es decir, fue un músico dedicado casi por completo a la interpretación, ya que el compositor de las piezas era el trovador. Según el diccionario Alcover-Moll un ministril o ministrer era el ejecutante o sonador de un instrumento música

 
     
 

Hacia el siglo XVII, cuando ingresan los Ministrils al servicio de la Catedral, por un convenio con el Gran y General Consejo, (el antiguo gobierno de la isla de Mallorca), los xeremiers son apartados de la banda de ministriles y sustituidos por el órgano en el interior de la iglesia, y continuaron su labor al margen de la nueva visión culta de sus antiguos colaboradores.

 
     
 

La agrupación musical de los Ministrils de Corte fue recuperada recientemente, conservando su antigua presencia tanto con respecto al estilo antiguo de su vestimenta como la formación y su estilo musical.

 
     
 

Del antiguo grupo de Ministrils salió la "cobla de tres quartans", y después de la desaparición de las xeremías (tarotas) y del sacabuche se quedó reducida a una simple colla de músicos, llamada "media cobla": un saco y una flabiol con el tamboril, conocida en toda Mallorca con el nombre de "colla de xeremiers", o dicho vulgarmente: "ses xeremíes", siendo una de las formaciones musicales, aun vivas, más antiguas de toda Europa.

 
     
 

A partir de este momento y hasta los años setenta del siglo XX, los pastores fueron los herederos y guardianes de la tradición de la cornamusa en Mallorca, para bien y para mal. No hay que olvidar que aquellos viejos pastores fueron la tradición genética y ancestral de este oficio milenario, rodeados a menudo de un aura bucólica. En realidad, los pastores que se dedicaban a tocar las xeremías en muchos casos estaban obligados a tocar, ya que, al ser un instrumento que se sentía de muy lejos, el mayoral para el que trabajaban podía oírlos y así sabía que no estaban durmiendo mientras pastaban las ovejas durante las noches de verano. Por ello, al igual que las ovejas y cabras llevan cencerros o cascabeles para que el pastor las pueda localizar, la manera de tener controlados a los pastores era mediante el instrumento, o dicho de otro modo, el instrumento era su cencerro.

 
     
 

Al estar en manos de pastores, hay que decir que no había xeremieras, o sea, mujeres sonando la xeremía.

 
     
 

Entre las muchas funciones del grupo de xeremiers estaba la de asistir a los actos protocolarios, sobre todo los de las autoridades civiles y religiosas de la isla.

 
     
 

Durante muchos años el grupo de xeremiers fue el referente de la música en la calle, participando, como ya se ha dicho antes, de muchos actos oficiales y culturales en todos los pueblos y rincones de la isla, siendo el punto de atención de fiestas patronales y también de bailes particulares normalmente organizados por los propietarios o los mayorales de las posesiones, encargándose de divertir y hacer bailar a los trabajadores y / o habitantes de la masía.

 
     
 

La importancia de este instrumento llegó a hacerlo clave en toda fiesta que se apreciara, y eso derivó en que algunos pastores cambiaran de oficio convirtiéndose en xeremiers. Por cierto, muy bien pagados.

 
     
 

Y cuando llegó el boom turístico, aún más demanda hubo, habiendo collas que vivían sólo de trabajar en barbacoas (restaurantes con espectáculo:  cena, fiesta y recreo para los turistas). Algunos tocaban para los turistas, en las calles de las zonas turísticas o sobre la playa, viviendo de las propinas que recibían. Y otros se dedicaban a ir a las fiestas de pueblo en pueblo. Habiendo una buena demanda y existiendo pocos grupos, es fácil entender el buen sueldo que cobraban.

 
     
   
     
 

Las xeremías eran un canto de tradición familiar que no se enseñaba, si no que había que aprender de oído y, a veces, a escondidas. Durante algunos años fue una manera de vivir e iban con sumo cuidado a no enseñar mucho de su arte.

 
     
 

Las xeremías nunca estuvieron realmente a punto de desaparecer, lo que pasó fue que estaban en manos de clanes bastante cerrados,normalmente familiares. Los instrumentos, muy difíciles de conseguir, y el repertorio utilizado, pasaban de padres a hijos, o de padrinos a nietos, teniendo este repertorio muy celoso, hasta el punto de que había collas que no querían tocar si veían que ante ellos había otra colla o algún xeremier que no fuera "de los suyos", evitando así que les pudieran copiar sus canciones.

 
     
 

Otra forma de pasar el testigo de una generación a otra era la típica "maestro-alumno", siendo bastante común que el maestro enseñara poco al alumno, o bien que le enseñase mal a tocar para así evitar que pudiera sonar mejor que él.

 
     
 

El problema más grave que se encontraba un aspirante a xeremier, era el poder conseguir el instrumento. Eran muy escasos y caros. Era normal que cuando se moría un xeremier, después de respetar unos días de luto, otros xeremiers, o aspirantes a serlo, fueran a la casa del difunto interesados en comprar la xeremía (o el flabiol y el tamboril).

 
     
 

No había lutieres que hicieran, dentro toda Mallorca había como mucho "un par" de hombres que sabían hacer una xeremía o un flabiol de dudosa calidad. Por lo tanto, como último recurso, se daba una xeremía (normalmente muy vieja) a un carpintero o tornero para que la copiara, quien, con nulos conocimientos musicales, no se miraba demasiado  ni con su afinación ni con su musicalidad.

 
     
 

Otro problema eran las lengüetas (inxes o cañetas), cada xeremier se encargaba de hacerse la suya. Eran de difícil fabricación y se tenían que hacer muchas para poder conseguir una de buena. Las brumas no daban tanto problema, eran más sencillas de hacer y duraban mucho más. A la lengüeta no se la tocaba para nada, y si se rompía era toda una desgracia.

 
     
 

Un problema añadido era conseguir un buen sarró (saco), el cual solía tener una vida útil de unos dos o tres años. Normalmente se hacían de piel de cabra joven (como mucho, de dos años), a fin de conseguir el tamaño adecuado. Era cuestión de buscar un buen carnicero, o un pastor, que supiera sacar la piel al animal sin dañarla y que además la supiera secar y tratar hasta conseguir un sarró  sin agujeros, ni que se pudriera al poco tiempo. Parece que se hicieron pruebas con pieles de otros animales, pero, o bien por el tamaño, o bien por la calidad final, no se empleaban. Por ejemplo, la piel de perro trabajo muy mal.

 
     
 

Actualmente el sarró se hace de nuevos materiales, como el Sympatex (de fabricación nacional) o el Goretex (de importación). Este material lo deja transpirar, algo importante ya que debut a su función siempre suele estar húmedo en su interior. Aunque, es común ver xeremías que llevan sarrons de piel de cabra.

 
     
 

La fabricación de los flabiols y los tamborins también estaba en manos de unos pocos aficionados y/o de gente habilidosa. No eran músicos. Así que, si se podía conseguir un instrumento que sonara mínimamente bien, ya se daban por contentos.

 
     
 

De tal forma que, cuando se tenía una flabiol y un grall que sonaran y afinaran igual, o de forma parecida, ya se daba por hecha la colla.

 
     
   
     
 

A partir de los años 70 del siglo pasado en toda Europa hubo un resurgimiento del folclore, los valores y de la cultura del campo. Valores despreciados desde los inicios de la era industrial. Esta ola llegó con especial fuerza en toda España ya que durante el franquismo el folclore regionalista había estado en manos de la 'Sección Femenina de la Falange', con sus 'coros y danzas' convirtiendo el folclore regional con una pantomima y dando al folclore "nacional" (sobre todo en la música flamenca ya la "música española") un carácter representativo de todos los españoles. Y en Mallorca se crearon nuevas escuelas de baile en una forma de querer reivindicar "lo nuestro".

 
     
 

Y de las escuelas de baile de por Palma surgieron los primeros grupos de xeremiers que no provenían del campesinado. Por primera vez las gaitas estaban en manos de gente "con conocimientos". Y la xeremía se convirtió en una especie de icono del mallorquinismo.

 
     
  Se empezó a tratar de recuperar los instrumentos del grupo de xeremiers. Se buscaron formas y maneras de copiar, reproducir y mejorar los antiguos instrumentos, tanto en estética como en calidad musical.  
     
  Y así, a finales de los años 70 principios o los 80, surgieron los primeros constructores, que, aunque no que no eran luthiers profesionales, más bien eran artesanos, sí que consiguieron hacer instrumentos de una calidad muy aceptable, consiguiendo mejorar la técnica con los años. Y sobre todo, por primera vez se podían comprar instrumentos nuevos, ya precios asequibles.  
     
  De esta nueva hornada de xeremiers, a finales de los años 80, salieron los primeros maestros xeremiers con voluntad de enseñar a tocar bien el instrumento. Y a mediados de los años 90 en Sant Llorenç des Cardassar se hizo el primer "Taller de Xeremíes", enfocado hacia un alumnado variado y numeroso. Con una técnica musical, de ejecución y conocimiento del instrumento ya encaminada a la formación musical del futuro xeremier. Y con nuevos y suficientes instrumentos y material didáctico al alcance de los alumnos.  
     
 

A finales de los años 90 del pasado siglo, los "Talleres de xeremías" (enseñanza no reglada del instrumento) florecieron por los diferentes pueblos, convirtiéndose en pocos años en cursos musicales, incorporando así las xeremías en algunas escuelas de música, de donde destacó la Escuela de Xeremies de s'Escorxador, en Palma, con más de sesenta alumnos. A principios del siglo XXI se abrió el aula de Música Popular en el Conservatorio de Música de Palma, siendo parte importante del curso el estudio de la xeremía y del flabiol con el tamboril.

 
     
   
     
 

Desde que las xeremías han entrado dentro de las escuelas de música, o desde que se enseñan en diferentes "talleres de xeremías" (clases no regladas) es muy habitual verlas sonar con grupos de varios individuos (algunos superan los 20 miembros), siendo cada día más frecuente oír estos grupos sonar sus canciones a dos o más voces y/o acompañados de otros instrumentos.

 
     
 

La colla de xeremiers aún está buscando nuevos caminos musicales y cada vez es más normal verla formando parte en grupos de diferentes formaciones musicales: Xeremía, flabiol con tamboril y/o tambor, tarota en Do, tarota en Fa, y el trombón, recuperando así la antigua formación de la cobla; integrados dentro grupos de ministriles; sonando puntualmente con alguna banda de música; sonando con grupos de música rock, folk... etc.

 
     
 

Hoy en día resulta muy sencillo encontrar partituras para poder ampliar o mejorar el repertorio. O bien por intercambio de piezas entre agrupaciones, o más fácilmente: por Internet.

 
     
 

Todo este avance musical es posible gracias a la incorporación de las xeremías dentro del mundo musical. Ya no se trata solamente de un instrumento folclórico o cultural, ahora ya se trata, además, de un instrumento musical.

 
     
   
     
 

Cabe mencionar la importancia que tienen las Ferias de Xeremías y xeremiers que cada año se hacen por toda la isla. Punto de encuentro de los grupos y las collas donde, o bien suenan juntos, o bien los grupos se dispersan por los diferentes rincones de la feria, observándose y escuchándose unos a otros, pudiendo escuchar nuevas canciones o diferentes formas de interpretarlas.

 
     
 

Actualmente está la de Sa Pobla, la de Porreres y la Portocristo, éstas dos últimas son de reciente creación y sin mucho eco entre los xeremiers. Otros pueblos también intentan organizar encuentros y ferias de xeremiers con diferente éxito de participación.

 
     
 

La más importante es la feria anual de Sa Pobla, la "Feria de Xeremiers y de Luthiers", que como su propio nombre indica es un punto de encuentro para la mayoría de xeremiers de Mallorca y de lutieres, tanto mallorquines como de fuera de la isla. Iniciada a principios de los años noventa del siglo pasado, cada año reúne un número importante de lutieres y fabricantes de xeremías, flabiols, tamboriles y otros instrumentos que puedan tener que ver con las xeremías. De esta feria han surgido un par de discos, grabados "in situ", para dar muestra del momento actual de las xeremías. La noche anterior a la feria, se hace un concierto de cornamusas, mostrando las variedades que hay en el mundo y también los diferentes grupos y tendencias musicales de los xeremiers mallorquines.

 
     
 

La muestra más grande de grupos xeremiers se hace en Sóller a finales de agosto, el "Encuentro de Escuelas de Xeremías". Desde el año 2005 se hace esta muestra reuniendo un número cercano, o superior, al centenar de xeremiers.

 
     
 

Y la feria ganadera donde más xeremiers suele haber, es la Feria del Esclat-s-sang, en Mancor de la Vall, donde suelen participar un buen número de agrupaciones y grupos de xeremiers.

 
     
   
     
 

Gracias al actual resurgimiento de las xeremías, sobre todo el que ha habido durante estos últimos quince años, es raro el pueblo donde no haya un grupo, grande o pequeño, de xeremiers. Hasta el punto de que resulta poco frecuente poder encontrar tocando una simple colla, ya que el número de xeremiers con ganas de sonar hace que siempre haya voluntarios para salir a la calle. Hay que decir que actualmente la mayoría de xeremiers que forman parte de estos grupos suenan por amor al arte. Sin remuneración. Muchos de grupos cobran alguna cantidad modesta por actuar (normalmente a cargo del ayuntamiento), pero es habitual que este dinero se utilicen para el mantenimiento propio del grupo: reparación, compra y/o mantenimiento de los instrumentos, compra de vestimenta (por ir todos conjuntados), cenas o comidas de compañerismo, o, en algunos casos un pequeño viaje, etc. Raramente la retribución suele ser pecuniaria.

 
     
 

Hoy en día son habituales las actuaciones conjuntas entre grupos: ferias, fiestas, conciertos ... o eventos puntuales organizados por los propios xeremiers. Y una variada colección de discos al alcance de todos, donde la base es la xeremía.

 
     
   
     
 

Acerca del nombre de las xeremías, posiblemente debe su nombre a la antigua "chirimía" (nombre todavía usado en algunos lugares de la isla y de la península), el cual podría derivar de la antigua palabra"Xelamie" palabra de ascendencia catalano-provenzal, que vendería de "Charamelle", o sea: Caramillo.

 
     
 

Hasta el siglo XIX, en Mallorca la actual xeremía, era conocida como "cornamusa", "gaita", o también como "Saco" o "Sac de gemecs" (como todavía se le llama en Cataluña). En otros lugares de los países catalanes también recibe, o recibía (a desaparecido en muchos lugares), otros nombres musetes, cabretes, criatura verda, coixineres, sacs de les aspres, ploraneres, bots de les nines, bots de vent, bunes, botelles, manxes borregues, catarinetes, etc.

 
     
 

El actual nombre de xeremíes (en plural) parece venir a la antigua agrupación: La cobla de tres quartans; llamada así debido a que tres músicos sonaban cuatro instrumentos; la cual estaba formada por: flabiol y tamboril, sac y una o varias tarotas (este instrumento era el que recibía el nombre de "chirimía"). A esta formación se la conocía vulgarmente con el nombre de "Ses xeremíes". Del grupo desaparecieron las tarotas ("xeremías") y el sacabuche. Las tarotas posiblemente derivaron hacia instrumentos más modernos: clarinete, saxofón... y el sacabuche derivó hacia el trombón pasando a formar parte de las "nuevas" bandas de música. Y ya que todo el mundo sabía lo que era un saco, un elemento muy común dentro el mundo de la afueras, el saco (de gemidos), al ser un instrumento muy peculiar y sin un nombre claro y definido, se quedó con el nombre de la agrupación: "Ses xeremíes" (en plural). Al músico que toca el flabiol y el tamboril también se le llama "xeremier", pero, al sonar un instrumento con un nombre más conciso: "el flabiol", normalmente se le obvia la consideración de xeremier, llamándolo: el flabioler.

 
     
   
     
 

Las xeremías gozan de buena salud. El dicho: "Un día de xeremías", que viene a decir: un día al año o un día muy puntual, ya no tiene mucho sentido. Ahora casi cada día puede haber xeremías, ya sea para actuar, ensayar o estudiar.

 
     
 

Durante estos últimos años, gente de todo tipo y edad, con conocimientos musicales o sin ellos, que había tenido curiosidad por conocer estos instrumentos, ha podido disfrutar de muchas facilidades para poderlo estudiar, provocando un fuerte incremento del número de xeremiers. Actualmente hay más de cuatrocientos dentro Mallorca, y un buen puñado fuera de la isla. Hecho que ha provocado que haya xeremiers de todas las edades, y también xeremieras (mujeres que tocan la xeremía), siendo, por suerte, cada día más habitual la presencia femenina sonando las xeremías y/o el flabiol.

 
     
 

El reto actual es poder hacer atractivos estos instrumentos a las nuevas generaciones, provocando que los más jóvenes se interesen por tocarlos, garantizando así su continuidad en el tiempo.

 
   
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